En mi caso jugaba con ventaja: me estaban apoyando los profes de esos alumnos, que se encargaron de todo, tanto de la parte técnica, como de la dinamización grupal; era una novedad con un profe de fuera al que no conocían, y al que, por lo tanto, le ofrecían el beneficio de la duda y una actitud educada y respetuosa; y bueno, se trataba de un alumnado de cursos en los que se participa e interacciona mucho, antes que la adolescencia cambie un tanto las cosas.
Pero, aún así, era todo un reto para mí, acostumbrado durante más de 35 años a interaccionar en directo con estos alumnos, a moverme por el aula, y a ajustar la charla con la ayuda del feed back que establezco siempre con ellos y ellas. No me resultaba fácil saltar las barreras virtuales desde el sillón de mi estudio.
Afortunadamente, la interacción se produjo con varias preguntas e intervenciones de alumnos y alumnas, todos ellos con un buen conocimiento del tema que tratamos. La alumna o alumno que quería hacerlo levantaba la mano y el profesor o profesora le invitaba a desplazarse hasta el ordenador de la clase, con lo que todos sus compañeros de las dos aulas y yo lo veíamos y oíamos perfectamente.
Bueno, creo que salimos todos adelante, por lo que me dijeron después los profes. Por mi parte lo haré mejor seguramente en las próximas charlas online con todo lo aprendido.
Mi reconocimiento especial a Luis de Mena, @llume38, el entusiasta Director Pedagógico del centro, comprometido con la educación medioambiental de sus alumnos, con proyectos tan fantásticos como el de Los Guardianes del Duero.
Me mandó estas fotografías desde el otro lado: